Este Barça de Guardiola ha empezado por donde solía, atacando. Antes, cuando atacaba el Barça, temblábamos los que conocíamos la debilidad de su defensa. Pep tiene claro que la defensa es también el ataque. Me lo dijo un día en Málaga: "Me preocupa más que fallen atacando que que fallen todo el tiempo. El Barça no se puede permitir que la defensa no juegue la pelota". Ahora tiene la oportunidad de demostrar su teoría. Y esa convicción suya se ha visto en estos dos partidos de examen: la defensa es también el ataque. Y aunque a veces flaquee es mejor como ofensiva que como nada.

Pero el ataque existe y se llama Messi. El jugador argentino, que es un genio aunque esté cabizbajo, es el mejor activo azulgrana; verle jugar es tener la certeza de que algo bueno va a pasar. Ocurrió con Kubala, pasó con Cruyff, sin duda también ocurrió con Maradona, y Ronaldinho nos acostumbró a creer en milagros. Ahora el milagro que hereda Guardiola se llama Messi. Después del partido de ayer ante el Dundee, a ese milagro se le añade una alforja: Etoo. Estuvo bien, volvió a ser un futbolista ilusionado. Eso no significa nada, pero puede ser decisivo a estas alturas de la pretemporada. Si se queda Etoo es porque Guardiola le habrá hecho el examen más exigente: el de la disciplina.