Está 9.398 kilómetros más cerca...

Está 9.398 kilómetros más cerca...

La situación va cogiendo otro color y no me refiero al bronceado que Cristiano lucía en la piscina de su hotel de Los Angeles antes de regresar ayer a Lisboa, tobillera aparatosa incluida. El portugués sigue mudo para desesperación de los parroquianos del Bernabéu, poco dados a dorar la píldora a nadie por muy Bota de Oro que sea. Pero hoy he recuperado la fe y apuesto la paga extra del verano (algunos eurillos han sobrado gracias al ajuste de cinturón) a que el culebrón del verano acabará con final feliz. Al menos, el hecho de que el chaval se haya acercado 9.398 kilómetros es un buen síntoma.

Me cuentan que Cristiano ha permanecido en silencio para obedecer las directrices de Jorge Mendes, su agente, tutor y auténtico dueño de cada paso que da. Se trata de desgastar a sus jefes, metidos en la espiral de declarar a los cuatro vientos que "no lo vendemos". Pero el futuro Balón de Oro se guardaba un as en la manga que ya adivino. La próxima semana se planta en Manchester, se sienta con Ferguson y Gill, les mira a los ojitos y les dice que no quiere jugar más en Old Trafford: "Never, never, never". Quizás esté soñando despierto, pero es la única explicación que encuentro a la actitud equívoca que ha mantenido durante su excursión californiana. Ahora ya sabe Cristiano que esto no es Hollywood.