Renault, como escudería, no ha sido nunca una de las grandes referencias de la Fórmula 1. Es una marca importante de su industria, eso nadie lo duda, que circunstancialmente ha utilizado la competición como herramienta de difusión de su evolución tecnológica. Vamos, que no es Ferrari, McLaren y ni siquiera Williams, compañías que encuentran en los grandes premios el sentido de su existencia. Eso no quiere decir que la marca del rombo no haya marcado hitos en la especialidad sobre todo desde la llegada de un fenómeno llamado Fernando Alonso. Sí, es cierto que antes de que el asturiano se convirtiera en la gran estrella del equipo de Briatore existía Renault, pero nada que ver con el lustre que el español ha sido capaz de dar a la casa francesa.

Más allá de los datos estadísticos que recogen estas páginas, es evidente que sin la existencia de Alonso las cosas hubieran sido muy distintas. Aunque algunos lo duden (ahora que estamos en tiempos de crisis), lo que el ovetense aportó a su escudería en 2005 y 2006 es algo que quizá sólo lleguemos a valorar en su justa medida con el paso del tiempo. Simplificando y guste más o menos a los antialonsistas (que haberlos, haylos): Renault le debe todo a Fernando.