El aficionado que soñó con esto

El aficionado que soñó con esto

Desde Johan Cruyff ningún aficionado azulgrana había entrenado al Barça, hasta ahora, cuando Pep Guardiola toma el mando. La larga experiencia de Guardiola como futbolista y como capitán le da al nuevo entrenador un bagaje de gran altura para afrontar la tarea más difícil de su vida. Aparte de esa enorme experiencia con el fútbol propiamente dicho, Pep tiene muchos más valores propios. Es un hombre honesto, sabe escuchar, nunca ha utilizado la arrogancia para resolver los conflictos, se deja aconsejar y recibe los consejos como un beneficio y no como una intromisión.

Es un hombre culto, y por ser culto a veces ha sido zaherido por gente que no entiende que se puede leer poesía, y entenderla, y leer bien los partidos. Es un verdadero aficionado; comprende que haya victorias, y las celebra, pero no desdeña a los propios cuando es derrotado. Desde que se sienta en el banquillo ha sabido de la victoria y de la derrota; la derrota acaba de ocurrir, en Cracovia, y la ha aceptado como decía Rudyard Kipling que había que aceptar el triunfo o el fracaso, como dos impostores a los que hay que mirar de frente y con la misma gallardía. Hay una fotografía célebre en la que se ve a Ladislao Kubala acariciar el flequillo de Pep Guardiola cuando éste era todavía un recogepelotas, como si lo ungiera. Kubala era también un aficionado. De gente de esa estirpe cabe esperar todo en el Barça, y en este caso esperamos al menos lo que hay ya: entusiasmo e inteligencia, y una capacidad para depurar los defectos humanos que a veces hacen insufribles a los periodistas. Ya ha demostrado sobradamente Guardiola que sabe hacer eso. Y como sabe hacer jugar, la esperanza de tener un buen año parece que tiene porvenir.