Tras varias temporadas codeándose con la élite del fútbol nacional, los negros nubarrones que anteceden a las tormentas han vuelto a aparecer por el estadio Carranza en forma de descenso a la División de Bronce. Una vez centrado en la propia competición, Javi Gracia tiene las cosas muy claras desde el inicio; sabe que goza de una plantilla muy competitiva, con muchos de sus componentes que han jugado en Primera, algo que garantiza la calidad de la misma, pero que puede resultar contraproducente en el caso de no conseguir una plena adaptación. El técnico navarro ha querido marcar unas directrices claras y concisas, ha huido de manifestaciones inoportunas con la clara intención de resolver los problemas cotidianos dentro del vestuario.

Gozar de una buena plantilla no te garantiza el éxito final, pero si ésta la nutres de los complementos necesarios para que funciones como un bloque homogéneo, comprometido y mentalizado de exponer un gran espíritu de sacrificio, semejante al que pondrán otros equipos inferiores en presupuesto y en efectivos, pero que tendrán el inestimable aliciente de enfrentarse a un equipo con un peso específico en el panorama futbolero nacional, con una nutrida afición que lo acompaña y da colorido. Tomar esta categoría como un pozo creo que es un error, es una categoría inferior a Segunda, donde hay que ir haciendo méritos cada jornada para cumplir con el objetivo marcado. El pozo no existe, es un camino con obstáculos que sortear.