Un circuito de hombres valientes

Un circuito de hombres valientes

Me atufa un poquito la moda Tilke en esto de diseñar circuitos de Fórmula 1. No discuto que el alemán sea un magnífico ingeniero-arquitecto, no tengo criterio para hacerlo, pero repetir un mismo modelo, con algunas variantes, hasta la saciedad me parece poco original. Y mi sensación se ha potenciado con la llegada del GP de Bélgica. Porque Spa-Francorchamps sí que es una pista de las de verdad, genuina e impresionante, lejos de los fuegos de artificio de los trazados de moderna construcción. Los más recientes me parecen monótonos y carentes de personalidad, nada que ver con lo que los pilotos se encuentran en Las Ardenas. Otra cosa es que a Ecclestone y sus negocios les convenga tener su diseñador de cabecera, pero a mí que no intenten convencerme.

Nunca he estado en Spa viendo una carrera de coches... y lo siento de verdad. Porque conozco bien el circuito de muchas visitas a grandes premios de motos y lo recuerdo como uno de mis viajes preferidos del año. El entorno es una preciosidad, pero eso es lo de menos. Lo que pone los pelos de punta es el trazado, esa sucesión de toboganes de velocidad supersónica en los que el valor no se supone, se demuestra. Allí han exhibido siempre sus cualidades los más grandes (desde Fangio a Schumacher, pasando por Senna y Raikkonen) y por eso me encorajina que Alonso aún no haya inscrito su nombre en la lista de ganadores en Bélgica. Este año, me temo, tampoco será, aunque el tiempo pone a cada uno en su sitio y seguro que Fernando no se queda sólo con su triunfo en la Fórmula 3000.