Ya el primer vuelo de La Saeta me dejó malas vibraciones y en estas páginas de AS quedó reflejado el espinoso asunto, con crítica especial hacia un catering impropio de un vuelo de futbolistas. A raíz de aquello, el Madrid intervino decididamente para rectificar bastantes particularidades del avión que no eran de recibo. La Saeta se anunció a bombo y platillo como una nave 'cuasi' Galáctica, a precio de lujo, y a la vista quedó que a alguien en el club le habían metido el gol del siglo. Efectivamente, un año después se constata que aquellas malas vibraciones tenían fundamento. Los ejecutivos de la entidad supieron muy rápido que La Saeta y su contrato con Swiftair fue un error que debieron zanjar hace tiempo.

El club era completamente consciente del uso inadecuado del nombre Real Madrid en el fuselaje de La Saeta. Un alto ejecutivo del Bernabéu manifestó ayer a este periódico que "sabíamos de su uso para fuerzas de Naciones Unidas y también para vuelos comerciales de poco prestigio. Naturalmente el balance crítico de este año no es satisfactorio en cosas de criterio que no compartimos con Swiftair. Conste, sin embargo, que en cuanto a seguridad no hay nada que cuestionar". La pregunta es por qué no se rompió antes el contrato con una compañía que ha paseado el nombre del Real Madrid por donde no debía. Calderón ha estado mal aconsejado y ha de exigir dentro de su club que no le vuelvan a dar gato por liebre.