David Silva pasó ayer por el quirófano. Era lo mejor que podía hacer. No había duda. Así lo decían todos los informes médicos que manejaba y las sensaciones del propio futbolista, que nunca se había quejado por haber tenido que jugar los últimos meses con un intenso dolor, en una prueba más de su compromiso. Ahora, el canario lo verá todo un poco más negro. Tumbado en una cama, obligado a caminar con muletas en los próximos días. Pero el tiempo pasará y, poco a poco, irá recuperando la alegría. La clave ahora pasa por no obsesionarse, no venirse abajo y, sobre todo, no precipitarse. Su baja es muy importante, pero todos quieren que Silva vuelva al 100%, con confianza y sin molestias. Y si para eso hay que esperar a 2008, pues no pasa nada.

H asta entonces, a Unai Emery no le queda otra que buscar alternativas para cubrir la ausencia del canario. En el Juegos del Mediterráneo probó la opción de Mata en la mediapunta en la primera mitad para apostar por dos delanteros, con Morientes al lado de David Villa. Mañana tal vez aproveche el compromiso frente al Marítimo para seguir haciendo pruebas. Tiene tres meses por delante en los que no podrá echar mano de la magia del de Arguineguín, pero esta plantilla cuenta con variantes más que suficientes para que su ausencia no termine pasando factura. Además, e intentando hacer una lectura más positiva, Silva podrá arrancar 2009 mucho más descansado, tras un 2008 en el que se ha exprimido, y con hambre de fútbol.