Un Betis duro, un Betis fuerte, rocoso, guerrero. Este es el equipo que quiere encontrarse la afición mañana en su estadio. 45.000 cartulinas verdes, un tifo de grandes dimensiones en gol sur y más actos espontáneos en gol norte deben servir como inyección al futbolista, por si todavía queda alguna duda de que este sea partido del año. A nadie se le pasa por la cabeza ver al Betis perder este derbi, ni a la afición ni a la plantilla. Son, desde varias temporadas, muchos los canteranos que engrosan este equipo y este verano ha aterrizado gente de fuera que ya ha demostrado su implicación a pesar de llevar poco tiempo. Emana tiene muy claro que su concepto de capitán encaja a la perfección en este Betis y Sergio García se habrá dado cuenta pronto de que aquí se respira de forma diferente a como lo hacen en Valencia o Zaragoza.

Solo queda que el equipo responda, que lo ponga todo para ir ganándose a su gente. Uno no acierta a presagiar si habrá derrota o victoria, si el fútbol saldrá a relucir o el ansia por ganar lo esconderá, pero lo que sí debe entenderse ya como predeterminado es la garra que el Betis debe demostrar. Gente como Arzu, Fernando Vega o Pavone cristalizan cómo se debe afrontar un derbi y su oficio debe ser un libro de texto. Aquí todos tienen un papel y si el Betis es inteligente, se saldrá con la suya. Chaparro ha creado un equipo fuerte física y psicológicamente, hecho a su imagen y semejanza. Y si la calidad no sale, habrá que imponerse igualmente.