Inglaterra nos ofende, es verdad, pero...

Inglaterra nos ofende, es verdad, pero...

Dice Inglaterra que no quiere jugar en el Bernabéu, por los gritos racistas que en ese estadio se oyeron, contra Cole, en el último partido aquí entre ambas selecciones. La actitud nos ofende de primeras, pero de segundas, deberíamos reflexionar. ¿Es que somos racistas? Pues quizá sí lo seamos, sin saberlo, como aquel personaje de Molière que hablaba en prosa sin ser consciente de ello. Y los ingleses, ¿qué? me dirá usted, y con razón. Pues los ingleses son los ingleses y nosotros somos nosotros. Ellos hicieron sus barbaridades en su día y se encontraron con su propia sociedad multirracial antes que nosotros.

Por eso conviene reflexionar sobre sus reproches, aunque sean exagerados. Y éste lo es. Para mí, el partido debe ser en el Bernabéu o no ser. Si no quieren jugar, pues no jugamos y tan amigos. Pero algo hay que reflexionar sobre el asunto. Aquí creemos que no somos racistas pero hablamos como hablamos: "Dígale a ese negro de mierda que...". Y decimos 'engañar como a un chino', llamamos moro al celoso compulsivo, hacemos de judiada sinónimo de acción traidora y astuta... Desconfiamos del diferente. Cuando todos éramos iguales no lo notábamos. Ahora empezamos a darnos cuenta.

Siempre me dicen: "No somos racistas. Sólo nos metemos con los negros del otro equipo, no con los del nuestro". Bueno, pues eso es ser más forofo que racista, pero racista al fin. Cuando se le llama a alguien negro con ánimo de insultarle (no digamos cuando se hacen gritos de mono) es porque se entiende que ser negro es peor que no serlo y eso es racismo mondo y lirondo. Otra cosa es que no lo detectemos y que tengan que decírnoslo quienes pasaron por eso antes. Los que cargaron con esa culpa y tratan de descargarla en nosotros. Y exageran el gesto, como es el caso. Pero no lo echemos en saco roto.