Una vez más: los árbitros y el villarato

Una vez más: los árbitros y el villarato

Los árbitros se equivocan, claro que sí. Hace sólo dos años Daudén anuló un gol de forma injustificable a Perea en el derbi. Sólo que a partir de eso entró en un oscuro túnel, meses sin arbitrar, la internacionalidad perdida. Por menos aún que aquello, Tristante Oliva, el del 'ushiro nage' de Marchena a Raúl, desapareció de nuestras vidas para siempre. Sin embargo, Rodríguez Santiago dio un gol con la mano a Messi ante el Espanyol (que no valió una Liga de milagro) y a los dos días le pusieron para la final de Copa. El mismo Rodríguez Santiago que concedió un gol del Espanyol (al Madrid) después de pitar.

Yo no creo que le pase nada a Clos por su mal arbitraje del sábado. Tampoco a Medina Cantalejo por haber decidido el derbi barcelonés de hace pocos días. Como no le pasó nada a Mejuto cuando pitó un penalti fuera del área en el Camp Nou, contra el Atlético, que Ronaldinho tuvo la desgracia de fallar. Al revés: siguió con el número uno, le designaron para el Mundial y si se lo perdió fue porque tenía un linier demasiado gordo. En definitiva: es barato ser valiente con el Madrid, tanto como arriesgado es equivocarse contra el Barça. Pasa desde las últimas elecciones, cuando Laporta apoyó a Villar.

No se trata de instrucciones, no. Basta con ver qué te pasa si te equivocas de una forma u otra para que te tientes la ropa. Los árbitros dependen de unos señores para subir, bajar, ser internacionales, ir a eurocopas o mundiales, pillar cholletes de cursillos por ahí. Reciben muchas pistas sobre lo que se perdona más y lo que menos. Y luego están las designaciones: los halcones y las palomas de Alfonso Azuara. No es lo mismo ir a un campo difícil con Undiano que con Clos. En fin, el villarato. Calderón creía haberlo controlado, pero ya se ve que no. ¡Ah! El domingo, Rodríguez Santiago en el Bernabéu.