Una marcha con todo cerrado

Una marcha con todo cerrado

Aunque en estos días prevalece el aspecto deportivo por encima de lo institucional tras esa primera victoria verdiblanca ante el Mallorca, lo cierto es que no se termina de asumir que estamos asistiendo a las últimas horas de Manuel Ruiz de Lopera al frente del Betis. Nadie creía que este momento iba a llegar tan pronto, después de 16 años en los que ha habido de todo. Pero entra dentro de lo normal que algún día Lopera dijera: "Hasta aquí hemos llegado". En aquellas primeras jornadas de Liga en las que el equipo apenas sacó dos empates, en ningún momento se escucharon gritos contra el máximo accionista en el estadio. Lógicamente, las buenas sensaciones ofrecidas por el equipo convencían a la afición porque sabían que la cosa este año iba a funcionar.

Aparte de esto, parece que en esta situación complicada también se ha querido reconocer (en esa omisión de protesta) que este verano Ruiz de Lopera ha hecho lo que estaba en su mano para que el rumbo deportivo del Betis diera un giro de 180 grados. Renovó a Francisco Chaparro, el entrenador que todos queríamos, propició la llegada de muy buenos futbolistas y en los días más complicados mantuvo su confianza en el entrenador pese a que otros clubes ya cesaron al suyo teniendo más puntos que el Betis. Ahora venderá sus acciones dejando una de las mejores plantillas de los últimos años. La gente se pregunta por qué deja tan buen equipo para luego marcharse. La respuesta es muy sencilla: este es Manuel Ruiz de Lopera. Un grande donde los haya.