Tres goles de Raúl se van al limbo

Tres goles de Raúl se van al limbo

Fui al Bernabéu con un buen amigo de Hondarribia, hincha por ende del Real Unión, y me sentí joven. Salvo por la enorme presencia de público (que me viene a ratificar en la idea de que el madridismo es la segunda religión de este país) el partido me recordó a tantos otros que vi en la frontera entre mi niñez y mi adolescencia, cuando el Madrid concertaba amistosos entre semana con equipos de Segunda. Los rivales eran equipos del Norte que venían de jugar en el Sur, o viceversa. Paraban en Madrid (los viajes entonces eran largos) y jugaban un amistoso en el Bernabéu.Ante suplentes o meritorios.

Así vi el partido de ayer. Con el mismo ánimo de cumplir y quedar bien por parte del equipo visitante, que en aquellas ocasiones sólo se jugaba la honrilla, sólo que ayer se jugaba seguir en la Copa. Con el mismo aire de entrenamiento con público por parte del Madrid, y la misma diferencia entre los que se merecen algo o mucho y los que no se merecen nada. Sólo que ayer los segundos fueron más que los primeros. A pesar de ellos (Van der Vaart, Saviola, Drenthe, Metzelder, Marcelo, Dudek, abandonados todos ellos a la desidia) el Madrid ganó. Pero su victoria mínima le apea de la Copa.

Hubo, sí, tres goles de Raúl, que con ellos alcanza los trescientos como jugador del Madrid. Hubo un golazo de Bueno, un grito en favor de la cantera. Hubo la consabida gambada del villarato, en la persona de uno de sus más conspicuos intérpretes, Medina Cantalejo, que anuló un gol legalísimo. Pero hubo, sobre todo, mucha gandulería ante un Segunda B serio, trabajador, que peleó por su suerte de la A a la Z, desde el minuto uno al noventa y tantos. En un lado jugaron once, en el otro lado no llegó a la media docena. La diferencia de entusiasmo equilibró las fuerzas. En fin, Schuster, ¿a ti te hacen caso?