Salvo fogonazos aislados, este equipo no tiene patrón de juego, no es un bloque y adolece de personalidad. Jugamos rematadamente mal y la afición se está cansando y con mucha razón. El técnico Aguirre no acaba de acertar con casi nada. Cada semana confecciona un equipo y una estrategia distinta. Las rotaciones únicamente parece entenderlas él. No es de recibo que no utilice todo nuestro potencial ofensivo en partidos claves como el que nos enfrentó ante Osasuna. Tampoco es comprensible que confeccione alineaciones siempre a expensas del rival de turno. El equipo es un galimatías difícil de descifrar.

Ante tanto desatino, la consecuencia es clara. Nos estamos descolgando peligrosamente de los puestos de arriba. De seguir esta marcha más que vacilante, será realmente complicado acabar la temporada en lo alto de la tabla. Está claro que apostar por la estabilidad en el banquillo ha dado resultados y Aguirre ha conseguido llevar a este equipo donde hacia mucho tiempo no estaba, pero hay que reconocer que también hacía mucho tiempo que no contábamos con una plantilla de tanta calidad. El técnico tiene que enmendar sus errores, porque empieza a circular el rumor de que este equipo se le queda demasiado grande. Todo lo que no sea ganar al Depor reforzará esa sensación.