Ser futbolista es difícil. Ser buen futbolista, es muy difícil. Estar más de diez años vistiendo la camiseta del Real Madrid sólo está al alcance de grandísimos jugadores. Gutiérrez, no me gusta llamarle Guti, posiblemente sea el hombre de Primera División que mejor panorámica del campo tiene con y sin balón. Antes de que le llegue la pelota ya tiene claro lo que va a hacer y eso solamente está al alcance de genios. Él sabe encontrar el pasillo adecuado para que la pelota sortee las piernas de los rivales y llegue a pies de sus compañeros. Eso que parece tan sencillo y que algunos no lo valoran sólo lo pueden hacer jugadores con un talento y una calidad técnica como la que aglutina Gutiérrez. Se le acusa de que no corre (por cierto, falso), pero a él, como a la mayoría de los futbolistas, le pagan por jugar al fútbol. Lo que ocurre es que hay muchos que no saben jugar y se dedican a correr mientras que él, como sabe jugar, deja que otros corran.

El arte divide al público. Un ejemplo es Curro Romero. A mí me gusta el arte. Por esa razón fui currista y ahora me declaro gutista. En el fútbol envejece todo, el cuerpo, las piernas, los pulmones..., pero hay algo que nunca se acaba: el talento y la calidad. Pasarán muchos años para que veamos a otro futbolista asistir a sus delanteros como lo hace el 14 blanco. Cumplir 500 partidos con el Madrid, con 72 goles en su haber, tiene mérito, pero hacer felices a Ronaldo, Raúl, Morientes, Anelka, y Van Nistelrooy no tiene precio. Cada uno de ellos siempre dicen que es el mejor que han visto con el balón en los pies. Cuando compras una entrada para ver al Madrid en el precio te incluye un paradón de Casillas, un gol de Raúl, la casta de Ramos y el pase mágico de Gutiérrez. Ah, por cierto, quítate lo de Guti, que te desmerece. Tú ya eres un grande del fútbol. Deberías ponerte Gutiérrez para que tu apellido pase con letras de oro a la historia del madridismo.