Los viajes con Alfa y Beto

Los viajes con Alfa y Beto

Alfa y Beto son dos burros. No me refiero a genuinos productos de un sistema educativo que entre todos nos hemos encargado de despeñar, sino a dos pollinos, y colombianos por más señas. Ellos son los compañeros de fatigas de uno de esos héroes anónimos que nos permiten ser un poco optimistas a cerca de nuestra especie. Su nombre es Luis Soriano, y su sueño que la miseria, la violencia y el aislamiento no priven a los niños de su región del placer de leer. Cada fin de semana, Luis instala en los lomos de sus jumentos unas alforjas llenas de libros y sobre ellas un cartel: Biblioburro. Es el inicio de sus viajes por la región más aislada del Caribe colombiano, para llevar sobre todo a los niños de las aldeas lectura con la que aprender y entretenerse. Empezó con tan sólo 70 libros. Hoy, este maestro de primaria tiene apilados en su pequeña casa de la localidad de La Gloria más de 4.800 ejemplares y lo que comenzó como una necesidad se ha convertido, según sus propias palabras, en "una institución".

Puede que esa "institución" sea pequeña -unos miles de libros y un par de burros-, pero, sin duda, este maestro es un increíble optimista, uno de esos tipos auténticamente peligrosos, como decía Lawrence de Arabia, porque sueñan despiertos y, por tanto, son capaces de hacer realidad sus sueños.

Ahora que todo el mundo, menos unos pocos entre los que me encuentro, cree que el Barça pasará como una apisonadora sobre el Madrid en el Camp Nou, es la hora de pensar que el esfuerzo, la capacidad de sacrificio, saber pelear y sufrir, es la base para conseguir los grandes retos. Así que a remangarse y trabajar. Como Luis Soriano, que piensa que llevar libros a las gentes de su región a lomos de Alfa y Beto, aunque pueda parecer un sueño imposible, puede mejorar no sólo sus vidas, sino que también puede cambiar Colombia, que buena falta les hace a unos y otra.

La Gloria está cerca de Aracataca, el pueblo donde pasó su infancia y sembró la imaginación Gabriel García Márquez, y algo de "realismo mágico" tiene también la peripecia de este apasionado de la educación en un lugar donde la violencia lleva tanto tiempo sembrando el horror que parece endémica, inevitable. Pero no para Luis Soriano, quien lleva desde los 16 años trabajando en la alfabetización de sus convecinos. Por fortuna, no está solo en esta auténtica aventura. La solidaridad de un escritor y responsable de un programa de radio, Juan Gossaín, a quien Luis le escribió para solicitarle un ejemplar de su última novela para su biblioburro, hizo que toda Colombia supiese de su proyecto y le llegasen donaciones de libros desde las cuatro esquinas de su país. Incluso una institución financiera local se comprometió a pagar una pequeña biblioteca junto a la casa de Luis. Mientras tanto, Luis, Alfa y Beto salen cada fin de semana a recorrer los senderos para que sus convecinos escapen de su dura realidad con la lectura.