La casa del Mallorca, el estadio de Son Moix , recibe desde anoche un nuevo nombre, el Lucus Estadi, que viene del término en latín que da nombre al santuario de la Virgen de Lluc, y que en palabras del escrito Janer Manila es el "bosque encantado en el que el milagro es posible". Por la Virgen de Lluc es la auténtica artífice de lo que es un milagro en toda regla en el que casi nadie tenía fe. Milagroso es que Vicente Grande renunciara a sus acciones del Mallorca, al que consideraba como una empresa suya más según llegó él mismo a reconocer. Ahí estuvo su gran error, porque el Mallorca no será nunca una propiedad particular ni suya, ya que pertenece a la ilusión colectiva de toda una afición, al sentimiento y amor a unos colores, por más que alguien con nombre y apellidos deba tener las acciones. El sentido común se impuso, y la familia le hizo ver a Grande lo absurdo de seguir con ese sufrimiento.

Mateo Alemany fue ayer como el padre que vuelve a casa. Le rodeaba toda su "familia deportiva", que le recibió con los brazos abiertos. Y como mandan los cánones, el padre no podía dejar tirada a su familia cuando ésta más le necesita. La papeleta de Alemany, dada la situación deportiva y económica de la entidad, va a ser de aúpa porque, por mucho que organice el club, es evidente que no tendrá capacidad para marcar goles. Eso es cosa de un equipo que está en descenso. Pero ya nadie habla de eso. Estamos en el Lucus Estadi, donde el milagro es posible.