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Lo que pudo haber sido y no fue...

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El deporte puede llegar a ser muy cruel. Cualquiera de ellos. Pero los del motor creo que más que la mayoría. Básicamente, porque interviene un factor que en otros casos resulta menos o nada determinante: el dinero. La historia de las carreras de coches y de motos está plagada de ejemplos de lo que pudo haber sido y no fue, de proyectos de campeón que se quedaron en el camino porque su bolsillo (o el de sus padres, sus patrocinadores o sus mentores) no dio para más. El propio Alonso pudo ser uno de ellos y se salvó por la campana. Este fin de semana hemos disfrutado de lo lindo con el triunfo de Antonio García en Daytona, pero analizado el asunto con frialdad me parece que no deja de ser un triste consuelo para un piloto que apuntaba incluso mucho más alto.

Por suerte, Antoñito fue lo suficientemente inteligente para reconducir su trayectoria y gracias a ello tanto talento no se vio sepultado en un taller mecánico o un concesionario de coches. Supo hacer de su calidad un argumento y de las carreras su profesión, y ahí está, ganándose la vida como todo un campeón, con la dignidad que otros muchos no han sabido interpretar. Me alegro de corazón de que sea así, porque además de un pilotazo me parece un chaval estupendo. Sin embargo, insisto, no puedo dejar de saborear cierto regusto amargo en sus victorias, porque son sólo una evidencia más de lo mucho que podía haber conseguido en la F-1. Pero quizá no estuvo ni el sitio ni en el momento adecuado para que las cosas fueran lo diferentes que él merecía.