Arsene Wenger está dando de nuevo una lección de cómo ser manager. Consciente de las limitaciones económicas del Arsenal producto de la construcción de un maravilloso estadio, el francés puso unos límites al fichaje de Arshavin. Impuso un máximo para su sueldo y para el traspaso. El Zenit se está haciendo el remolón pero en realidad tienen hasta el lunes por la tarde para decidir si acepta las condiciones del Arsenal: se acabó la negociación en el punto máximo que marcó Wenger.

El delantero ruso debería acabar en el conjunto inglés porque es lo que él mismo desea y el Zenit no puede mantener esa bomba en el vestuario, pero a diferencia de Manchester Citys, Real Madriles y Chelseas, el Arsenal sólo paga lo que manda el mercado. Los que se olvidan que existe el futuro, quieren que Wenger se gaste todo el presupuesto que tiene y más en jugadores que salen mucho en los diarios. Y hay quien cree que parece cambiar de estrategia producto del miedo y se está olvidado de que su éxito nació cuidando la cantera. En realidad su política sigue teniendo la lógica de siempre, sólo que se le pasó la mano con la juventud y le está volviendo a añadir veteranía.