Algún día tendrán que perder...

Algún día tendrán que perder...

El titular de esta columna no responde a una expresión de deseos; vaya por delante, para los malpensados, manipuladores, críticos impenitentes y otras especies. La frase se repite como una letanía, un mantra o un estribillo pegadizo, entre quienes ven en el Barça de Pep Guardiola una máquina tan bien aceitada y tan efectiva que sólo les queda aferrarse al posibilismo para mantener la esperanza de la competición. El entrenador ha dejado caer, incluso en alguna conferencia de prensa, que los medios "de Madrid" (sic) tienen ya un aparato propagandístico preparado para cuando la diferencia entre el primer clasificado y el segundo rebaje la supuesta barrera psicológica de los 12 puntos, de los dos dígitos. Como si alguien pudiera ganar o perder títulos por disponer del apoyo o la simpatía de los medios.

Y también como si lo que marcara una distancia entre el Barça y sus perseguidores fueran esos dos dígitos de diferencia en la clasificación. No, miopes, no: lo que separa al Barça del resto, de todo el resto, es el fútbol. No la propuesta, que pasa por protagonizar los partidos, buscar la portería rival y hacerlo con los mejores medios estéticos, sino el fútbol, el producto, lo que se ve y se goza. Algún día perderán, dicen. ¿Y qué?