Messi, entre la galbanay la fatiga

Messi, entre la galbanay la fatiga

Llevaba Messi un mes sin marcar con el Barça. Lo que no empañaba su gran registro: 25 tantos, 16 en la Liga. Nunca, como en esta temporada, se había mostrado tan certero ante la puerta contraria. Guardiola le estaba mimando al máximo dejándole en el banquillo en determinados partidos, aunque luego tuviera que salir para resolverlos. El domingo no era el caso. El Madrid se acercaba y el argentino estaba llamado a ser protagonista en el Calderón, un estadio del que ya había salido ovacionado unas semanas antes en la Copa (tres goles).

El domingo Messi no fue Messi. Marcó un tanto y a punto estuvo de marcar otro, pero no terminó de entrar nunca en el partido. A priori el achique de espacios de la defensa rojiblanca era una invitación a sus diagonales, a su profundidad, a sus acciones individuales, pero apareció lo justo. Incluso, desde la tribuna, hubo momentos en el que se le vio perezoso, desganado, remolón, demasiado estático. No le motivó ni el hecho de que cada vez que metió su quinta los defensas quedaron retratados, como en la acción del segundo gol. O puede, simplemente, que no fuera cuestión de desidia o apatía, sino que como otros compañeros acuse la fatiga de la temporada y la presión de un líder que se veía escapado... y se siente cazado.