Honor y gloria como recompensa

Honor y gloria como recompensa

Me resulta extraño que ningún periodista especializado se haya percatado del paralelismo entre la marcha del Barça y el descalabro de la economía en nuestro país. En pocos meses se ha pasado de la excelencia al desastre total, y de los trece puntos de ventaja a sólo cuatro. Y es que no hay mayor pecado que el de la vanidad; ser humilde no sólo es necesario (pues si algo nos demuestra la historia es la precariedad del éxito), sino una virtud de los más grandes. Como lo es saber resistir a la adversidad en medio de la adversidad, algo que nunca como ahora debe ser un valor en alza. Hace unos días me emocioné al oír en la radio a un parado decir que "saldremos de esto luchando". Con esos dos valores, la humildad y la resistencia, el Real Madrid ha dado la vuelta a una situación que hace pocas semanas se le planteaba muy complicada. Precisamente hay en estos días una exposición de la expedición de Ernest Shackleton al Polo Sur en el Real Jardín Botánico de Madrid, que muestra los mejores momentos de aquel heroico grupo, que dio la mejor lección de supervivencia en las regiones polares.

Shackleton, estudiado hoy en las universidades como ejemplo de liderazgo y saber enfrentar la adversidad en momentos de crisis, fue el responsable de transmitir a sus hombres las dosis de confianza para salir de una situación en la que lo normal hubiera sido que murieran todos. Y, sin embargo, se salvaron todos. Esos mismos valores, junto con algunas dosis de talento, de espíritu sacrificado y buen trabajo en equipo, deberían ser puestos en escena en el partido de vuelta ante el Liverpool. Se puede voltear la eliminatoria si no se cae en la trampa de jugar un duelo táctico (eufemismo, sinónimo de aburrido). El Madrid "necesita" un encuentro épico, pues es ahí donde se encuentran los valores que le han hecho grande. Y, si se pierde, que también sea a lo grande y felicitando al contrario. Ser arrogante ("les meteremos 3-0", dijo Boluda), no es permisible, en mi humilde opinión, ni siquiera después de haber ganado por ese resultado. Es lo que diferencia a los grandes de aquellos que sólo viven de resultados esporádicos. Shackleton sólo ofreció a su tripulación penalidades, "mucho frío, una paga pequeña" y, en caso de éxito, la recompensa de "honor y gloria". No sé si hoy algún futbolista de Primera jugaría sólo por una difusa promesa de reconocimiento. Pero sí sé que son esos valores con los que se enfrenta la adversidad y con los que sale de la crisis. A lo mejor incluso valen para ir a Andfield.

Sebastián Álvaro, creador de Al Filo de lo Imposible.