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El Atlético lo tuvo más cerca que nunca

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Estos días hemos repetido que el Atlético no le gana al Madrid desde 1999, el año de su descenso a Segunda. Bueno, pues ayer pudo ser. Y debió ser. Tanto en la fase más ordenada y académica del partido (primer tiempo) como en la más loca y alborotada (segundo) se sostuvo mejor. En la primera porque controló más; en la segunda, porque del alboroto sacó un montón de ocasiones, alguna de las cuales fue casi inverosímil que no entrara. Además de todo eso, el gol del Madrid llega en fuera de juego, porque Huntelaar, en su ir y venir del desmarque, está adelantado cuando se produce el pase.

Así que después de ganarle al Barça, el Atlético frena la racha de victorias del Madrid, y le retrasa a seis puntos. Abel ha dado con la tecla. Con los mismos, agrupa bien el equipo, crea más dificultades al rival, disimula el talle de avispa de ese 4-2-4 al que tiende la alineación y mantiene la amenaza de los de arriba, sobre todo Agüero y Forlán, una pareja que casi nadie tiene en Europa. Con eso y con un Leo Franco que ha recobrado el crédito, el Atlético está para cualquier cosa. Para ganar en Oporto, desde luego. Y para terminar la Liga donde se propuso, entre los cuatro primeros, también.

Es la conclusión principal de un derbi hermoso, tenso, trabajadísimo por casi todos, vertiginoso en la segunda mitad y en el que el Madrid siempre estuvo un poco por detrás. Con la baja de Pepe y el alta de Guti el equipo se desdibujó. Tras el descanso, devuelto Lass al medio y con Higuaín alimentando el ataque, se pareció más al Madrid. Pero Higuaín agotó lo mejor al principio, y como el otro abrelatas, Robben, sigue a chupar y a chupar, el poder de ataque del Madrid no dio para mucho. Se vació, pero a fuerza de desordenarse tanto atrás que no compensaba. En fin: seis puntos y el Barça respira de nuevo.