Capotes cotizando al alza

Capotes cotizando al alza

Hay quien dice que, a cierta edad, los cumpleaños no se celebran, se lamentan. No es el caso de Albert Luque, que ayer hizo 31 con una sonrisa de oreja a oreja. Luque llevaba tres años de fundido en negro en su carrera y nadie se explica muy bien por qué. El Newcastle le puso un cheque en blanco y un avión privado para que jugase en Saint James' Park. Luego no le dio ni bola y le mandó a Holanda, qué pocas luces. A Van Basten no le interesó mucho el currículo del catalán y le puso la cruz. Hoy el que tiene la cruz en Amsterdam es Van Basten. Y el que disfruta es Luque.

No hay mejor manera de celebrar un cumple que así. El año que lleva Luque es de sombrero, porque primero ridiculizó a los que insinuaron que venía a Málaga a pasearse. Luego trabajó como un becario para que Tapia le diese una oportunidad, aunque fuera para salir tres minutos en lugar de Adrián. Más tarde se ganó humildemente un sitio en el once y un mes después se vendían capotes en la puerta de La Rosaleda. Así se cierran los debates. Pero mejor que eso es su nivel de implicación en el vestuario. Porque a los amigos no se les falla. Y Luque llamó a Fernando Sanz y le dijo que había una posibilidad de ir a Málaga. Los dos hicieron lo posible por cruzar sus caminos otra vez y lo han conseguido. Y nadie puede decir que el presidente no haya vuelto a acertar. Luque cumple 31 años en Málaga. También piensa celebrar aquí los 32, corriendo en busca del Luque que enamoró en A Coruña. Como meta un gol en el derbi, le abren La Malagueta.