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Lassad, un bautizo en un funeral

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Pretender arañar algún punto jugando al fútbol seis minutos (uno en el primer tiempo y cinco en el segundo) no es un milagro, es utópico. Sin posesión, sin profundidad, sin intensidad, inocuo a balón parado y sin ambición, ése fue el Deportivo que paseó ayer por Montjuïc. El primero que no estuvo acertado fue Lotina, no tanto por apostar por una media con De Guzman y Zé Castro, sino por la falta de reflejos. Con un pivote incapaz de construir ni un castillo de arena, que tampoco apretaba ni robaba, el arquitecto De la Peña vivió una de las tardes más plácidas de su vida (su gol, buen ejemplo). Valerón entró, pero por Lafita y no por uno de los múltiples teóricos destructores. Demasiados regalos, incluso para un colista que ayer intercambió papeles con el Depor.

La lectura positiva, que también hay que buscarla, está en la hecatombe en cadena de los aspirantes a una UEFA que a este paso va a estar a precio de saldo. Patinó el Villarreal, el Málaga y el Atlético, con lo que todo sigue casi igual, aunque Lendoiro debió de tirarse de los pelos en el palco por la oportunidad perdida. La otra alegría fue Lassad, que se estrenó en Primera después de 491 minutos. Un bautizo esperado, aunque en una tarde de funeral. A ver si el francotunecino sigue ahora los pasos del cazador Huntelaar, que también tardó un mundo en ver puerta y ahora no hay quien lo pare. Pero como en los nueve partidos de Liga que quedan los brazos sigan tan bajos, sólo pisarán Europa los que elijan el Continente como destino vacacional. Toca decidir.