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Salvador Asensio tiene razón

Actualizado a

Con un cabezazo marca de la casa, con uno de esos célebres saltos que le elevan por encima de todos, Ayala rescató al Zaragoza de un arbitraje demencial y firmó una victoria absolutamente fundamentales en la pelea por el ascenso. Hay que decir que el equipo de Marcelino se cargó de méritos para ganar, pese a las difíciles circunstancias con las que tuvo que encarar el duelo, pero fue una tarde angustiosa, por el árbitro, un peligro público, y porque el Nástic se empleó extrañamente como si le fuera la vida en ello. A estas alturas, las calculadoras echan humo en la Segunda División y las brujas corren que vuelan a hombros de maletines, aunque nadie las vea. Por suerte, apareció el Ratón a once minutos del final para poner las cosas en su sitio e impulsar al Zaragoza un pasito más hacia su gran meta.

El partido, hay que resaltarlo mil veces, lo comprometió un incompetente vestido de negro y amarillo, de nombre Pedro Jesús y de apellidos Pérez Montero; para más señas, nacido en Linares. Sí, al árbitro se le amontonó ayer el descaro. Entre sus muchos errores hubo dos principales, dos goles del Zaragoza que debieron subir al marcador. El primero, de Pavón, fue un gol fantasma, pero el segundo, el de Caffa, fue un gol como un piano. A este árbitro y a su juez de línea debería esperarles una larga temporada a la sombra, en la nevera, fuera del fútbol, al que tanto daño hacen cada fin de semana. Pitarle fuera de juego a Caffa es no ver nada o, lo que es peor, no querer ver nada. Una vergüenza. Al final, convendrán ustedes en que Salvador Asensio tiene más razón que un santo.