Carlota Castrejana va a ser nombrada directora de Deportes de la Comunidad de Madrid. Es una decisión importante y, en principio, acertada. Importante, porque el deporte ha pasado a ser una prioridad en la Comunidad de Madrid; acertada, porque se ha buscado a la persona más idónea, sin tener en cuenta su militancia política, que no la tiene, ni sus inclinaciones. Madrid no podía equivocarse en el nombramiento tras el escándalo de su consejero López Viejo, y ha apostado por una persona del deporte. Mujer, olímpica en baloncesto y atletismo, abogada e implicada en los temas deportivos. Detrás de su nombramiento hay un padrino: Alejandro Blanco, presidente del COE. Esperanza Aguirre aceptó encantada la propuesta.

El nombramiento de Castrejana trae aires de normalidad a nuestro deporte. Un deporte tradicionalmente gobernado por los hombres, en el que una mujer entra con mando en plaza. Castrejana no es feminista; tampoco ha sufrido discriminación por su condición de mujer, por lo que se dispone a dirigirlo sin prejuicios. Para ella, valores como la constancia, el trabajo y el sacrificio no tienen distinción de sexo. Como atleta, lo único que le discriminaba era la marca. Y como así lo vivió, así quiere que siga sucediendo. No llega con un pan bajo el brazo, que los dineros ya están repartidos, pero sí con ilusión, conocimiento y sensibilidad. Creo que Blanco acertó en la propuesta y Aguirre, en la designación. Madrid está de enhorabuena.