G III y G IV, los gigantes olvidados

G III y G IV, los gigantes olvidados

Hasta esta montaña remota del Tíbet donde nos encontramos me llegan dos noticias de alguna manera entrelazadas por la ya prolija historia del alpinismo. El mismo día que nos concedían un premio en Hamburgo al documental que realizamos sobre nuestra ascensión al G III y al G IV, moría en Italia, a los 94 años, Achille Compagnoni, el primer hombre, junto a Lino Locatelli, en alcanzar la cima del K2 en 1954. Ese triunfo se convirtió de alguna manera en paradigma de las grandes expediciones nacionales que la seguirían en pos de las más altas cimas de la Tierra. Expediciones numerosas, pesadas, cuyos miembros sentían el empuje -y el peso- de todo un país tras ellos. Y que, cuando triunfaban, como fue el caso de Compagnoni, se convertían en héroes tan populares y laureados, como en personajes casi de leyenda tras los que se agazapa la persona. Con el personaje me recibió Achille la primera vez que lo entrevisté. Sin embargo, pronto surgió la persona, el hombre sencillo, que conservaba una presencia física rocosa tras la que se protegía un hombre sencillo, todavía algo apabullado por lo que había supuesto aquella aventura. No quiso hablar de la polémica -por entonces todavía sin resolver- con Walter Bonatti acerca de lo ocurrido en el último campo antes del ataque a cumbre.

El mismo Bonatti que se convertiría en paradigma de una forma totalmente distinta de afrontar la montaña y la aventura y que ha sido, para nosotros, un ejemplo siempre presente. Precisamente, tras sus huellas nos fuimos hasta dos montañas singulares, dos "gigantes olvidados". Cincuenta años antes, Bonatti había alcanzado la cumbre del G IV, algo que sólo se ha vuelto a repetir en dos o tres ocasiones. Por su parte, el G III sólo se había ascendido una vez. Y lo quisimos hacer de acuerdo con su filosofía de lograr más con menos, de enfrentarnos a estas montañas con las manos desnudas. El Gasherbrum III (7.952 m.) Y el Gasherbrum IV (7.925 m.) son dos hermosas montañas a las que unos pocos metros les ha privado del Olimpo de los ochomiles, pero que ofrecen un nivel de dificultad, riesgo y compromiso superior a muchos de ellos. Estos emblemas del Himalayismo de dificultad son los que afrontaron mis compañeros Jon Beloki, José Carlos Tamayo y Alberto Iñurrategui, responsables también de tomar las imágenes. La historia de esas escaladas, titulada "G IV- G III: los gigantes olvidados", es la que ha merecido un galardón del World Media Festival 2009, en el que se premian los mejores programas del panorama audiovisual internacional. Más allá del reconocimiento, nos produce una gran satisfacción el haber sabido transmitir el espíritu de una forma diferente de enfrentar la aventura en monta esa capacidad, de mirar la montaña desde la sencillez y la honestidad.