Baltazar era un gran goleador, con todas las palabras. Con mayúsculas. Era un delantero que vivía en el área, que tenía el gol en la cabeza. Un rematador nato. No es como Forlán, que además de hacer goles se busca las ocasiones. Esa temporada él jugaba como delantero centro y Futre, por la izquierda, y yo, por, la derecha, le pusimos muchos balones. Pero era un gran delantero, con muchos recursos también. Un seguro de cara al gol. Luego también era una persona extraordinaria, un fuera de serie y eso también le ayudaba para ganarse el respeto por parte de todos.

Era atleta de Cristo y muchos defensas le insultaban y le intimidaban de muchas maneras en el campo. Pero él no se alteraba. Tenía su religión y su particular manera de ser. Me acuerdo de un gol que marcó con el pecho. No sé cómo lo hizo, pero el balón entró después de que lo metiera con el pecho. Un enorme goleador. El que tiene ahora el Atlético es especial también. Ha sido clave para que el equipo pueda entrar en la Champions. Mucha culpa de que el equipo pueda clasificarse la tiene él. Y también Abel, que ha dotado de mucha confianza y motivación a la plantilla rojiblanca. El Atlético no fallará el sábado. Ni los más pesimistas lo pensarán.