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El alero, una seña de identidad

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Messina comparte con Valdano un discurso cautivador, aunque sus reflexiones son más directas que embriagadoras. Cuando expone sus dudas y también un cierto miedo a defraudar, sólo transmite seguridad. Tanta, que contagia e intimida a la vez. Sabe cómo dirigir a un equipo, qué quiere de cada jugador y, lo más importante, cómo trasladárselo. Ante todo, desterrar el egoísmo. "Para ganar la Euroliga hay que formar un gran grupo humano". No lo dice él, sino Van den Spiegel, con el que coincidió en Moscú. Siempre tuvo un enorme predicamento entre los suyos. Quizá por eso le preocupe más el paso previo, acertar con los fichajes.

Quiere a Prigioni y a Ricky Rubio, es obvio. Pero desea tanto o más contar con un alero determinante, alguien dispuesto a dar un paso al frente en los partidos de enjundia, en los que se peleen los títulos. Le gustan los pívots­ que tiran de lejos, capaces de abrir espacios en la cancha a sus compañeros, al alero de turno para que apuntille al rival. Como hizo Siskauskas ante el Barcelona en la pasada Final Four. Para Messina el puesto de tres es decisivo y, a la vez, donde dice que encontrarán mas problemas para atrapar al elegido. De momento, Parker y Siskauskas han volado. En el escaparate apenas hay joyas. En Bolonia, Treviso y Moscú contó con Danilovic, Ginóbili y Siskauskas. El alero, seña de identidad.