Puede que fuera la motivación extra por tener a la Juve enfrente, pero el tono físico del equipo fue notable. Casi tanto como la falta de egoísmo en los hombres que se movían por la zona de ataque. El juego de toque de Pellegrini no excluye las acciones individuales y de esas se dieron pocas porque siempre se buscó la pared en la frontal del área. Y ahí descubrimos un jugador nuevo en Benzema. El francés dejó cuatro pinceladas exquisitas en el primer tiempo. Puede que le falte instinto goleador, pero se agradece que un futbolista con su clase sea capaz de estar más pendiente del desmarque de un compañero que de chutar obsesionado por marcar gol. Su generosidad hizo que aumentara la figura de Raúl en el área y que Granero y Cristiano se pudieran sumar a la fiesta.

En la segunda parte, Benzema ejerció más de delantero centro pese a que ese puesto lo desempeñó Raúl. Apenas dos disparos para demostrar que tiene la portería contraria en la cabeza. En esos dos remates vimos la potencia de su lanzamiento, una de las cualidades más publicitadas cuando fichó. Perfilándose desde la izquierda gana en peligrosidad. Nos quedamos con las ganas de ver otra de sus virtudes, la velocidad en el contragolpe, pero la noche no estaba para eso porque el Madrid fue dueño del juego. Lástima que una vez más los errores defensivos afearan el buen trabajo de conjunto. Destacable la buena sintonía que mostró el delantero francés con Granero. Se entienden con un simple gesto. En definitiva, el Madrid ha fichado un delantero con muchísimos recursos.