Lo que se vivió en el estadio de Cornellà-El Prat fue algo sencillamente fantástico. A nivel organizativo fue un éxito rotundo, aunque no fuera muy recargado, y eso estuvo bien. Seguro que hizo disfrutar a todo el mundo. Yo me fijé en la cara de algunas personas y en ellas se reflejaba emotividad y felicidad. Incluso vi a algunos a los que se les escapó una lagrimita, mientras que para otros era la primera vez que visitaban la que es su nueva casa. Para mí fue especialmente significativo el momento en que algunos jugadores veteranos nos reunimos en el centro del terreno de juego. Fue un gran placer reencontrarme con aquellos que un día compartimos banquilllo y que ahora, por una causa u otra, no nos vemos tanto como nos gustaría.

Además del espectáculo organizativo, también lo fue a nivel futbolístico. Los jugadores pusieron la traca final a una velada que pasará a la historia como la más completa para la afición. Ya sé que era sólo un partido más de pretemporada, pero en muchos tramos, parecía más un encuentro de competición europea, que no de un simple amistoso. Sin duda fue un gran placer ver caer a todo un campeón de Europa, como el Liverpool, en la inauguración de nuestro campo. Ben Sahar, con sus dos goles, y el resto de los fichajes demostraron que ahora Pochettino lo tendrá mucho más difícil para elegir el equipo titular. Verdú, Nakamura, Javi Márquez... Todos ellos supieron estar a la altura de las circunstancias, y esa es una excelente noticia para el futuro que nos espera.