Batista fue MVP en la primera jornada de la ACB; Fitch lo fue en la segunda; Thomas, en la tercera. Los tres son del Fuenlabrada; los tres han fichado esta temporada por el equipo madrileño. El Fuenlabrada es un club que suele fichar bien y es evidente que su objetivo ha sido comenzar a tope. Lo suelen hacer algunos equipos. Plantean una primera vuelta muy fuerte para quedar entre los ocho primeros y así jugar la Copa. Luego, cuando llegue el bajón, ya se verá. Hay jugadores que se vienen abajo por completo tras acusar el fortísimo inicio. Uno de ellos la pasada temporada fue Oleson, precisamente del Fuenlabrada. Su puntual esplendor cegó al Madrid, que tras precipitarse en su fichaje lo traspasó este verano al Baskonia.

En la ACB abunda este comportamiento irregular de los jugadores. Hay mucho trotamundo, mucho trasiego desmesurado, mucho mercadeo. Esta misma temporada, de los 213 jugadores que hay en los 18 equipos ACB, 123 son nuevos fichajes. Que sólo 90 hayan permanecido fieles a sus clubes o con contrato en vigor dice muy poco en favor de la ACB. El mercado está en manos de los representantes, de los comisionistas, de los contratos exprés, de los caprichos de los jugadores. Hay quienes incluso desaparecen si no se encuentran a gusto. Lo hizo el año pasado el propio Thomas, ahora figura del Fuenlabrada, y el Murcia tuvo que darle de baja porque no iba a los entrenamientos. Pues un baloncesto así es pan para hoy y hambre para mañana.