Saltar al ruedo, pese a las cornadas

Saltar al ruedo, pese a las cornadas

Estos últimos once años de escándalos, que arrancaron con el Festina, nos han dejado una imagen de lo que debe ser el responsable de una agencia antidopaje. El pionero fue Dick Pound, que lideró la AMA, un órgano que nació a raíz de aquel Tour 1998. Pound nunca se casó con nadie: se las tuvo tiesas con Armstrong y la UCI, no le tembló la mano con los ídolos locales Kenteris y Thanou en sus Juegos de Atenas... Actualmente existe el ejemplo de Pierre Bordry, el presidente de la agencia francesa, que puso dos inspectores a supervisar el trabajo de la UCI en el pasado Tour y se ha divorciado de este organismo para 2010.

En España tenemos la Agencia Estatal Antidopaje, cuyo director es Francisco Javier Martín del Burgo. Un político con buen currículo, que fue diputado nacional y viceconsejero en Castilla-La Mancha. Y, como buen político, alguien acostumbrado a quiebros y requiebros ante las cuestiones molestas. La lucha contra el dopaje necesita precisamente lo contrario: las cosas claras, caiga quien caiga. Pound y Bordry nunca esquivan la polémica. Al revés, ellos han provocado debates y discusiones, aún a riesgo de hacerse impopulares. Desde que se creó la AEA el 1 de septiembre de 2008 ha habido suficientes escándalos en España (Valverde, Xacobeo, Maynar, Losa...) para que Martín del Burgo hubiera saltado más de una vez al centro del ruedo, sin temor a las cornadas. Luchar contra el dopaje y quererse llevar bien con todo el mundo es metafísicamente imposible.