Después de haber visto el Real Madrid-Getafe, el derbi con el Atlético y la eliminatoria entre Madrid y Alcorcón, la conclusión es clara. Los amarillos son los únicos que han sido capaces de jugar y golear a los blancos. Superaron el miedo escénico. Incluso lograron salir ovacionados del Bernabéu, quizá como castigo de la afición local a los suyos, pero es una gloria que pocos tienen el placer de alcanzar. Es un privilegio reservado a unos cuantos elegidos. Anquelotti y los suyos lo son. Han entrado en la historia y por un día son el mejor equipo de Madrid, se lo han ganado. Lo merecen por su fútbol en el primer partido, por su inteligencia en el segundo y por la ilusión y las ganas mostradas por los futbolistas y la afición durante toda la eliminatoria.

Juanma, el portero de los alfareros, fue el que echó el freno de mano a la posible remontada. Salvó dos ocasiones claves en los primeros minutos. Paró el balón, silenció al estadio y frenó el ímpetu. Fue el héroe, sólo ha recibido un gol en dos partidos ante la delantera del Madrid. Es un premio justo a un jugador que no tenía equipo. Su nombre fue coreado ayer en la fuente del Mercadona, lugar donde los alcorconeros festejamos los triunfos del Alcor y también los del Madrid. Ayer la fuente fue sólo amarilla. Aunque muchos de los que tuvimos el corazón partido necesitamos que la Copa dé la oportunidad a los alfareros de vengar la afrenta realizada al hermano mayor. Soñamos con el Atlético o el Barcelona... Y en Alcorcón los sueños, últimamente, se cumplen.