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Del villarato a la refriega de Mestalla

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La noche empezó con un alarde de villarato en Barcelona, donde el hombre de más confianza de la organización, Iturralde, aprovechó eso del Pisuerga y Valladolid para pitar un penalti. Así es como consiguen los árbitros canongías diversas y los que lo saben llegan. No hay que ser demasiado escandaloso, tiene que parecer un accidente, aunque lo de ayer lo pareció poco. El Barça, que había hecho un buen primer tiempo, se agarró a ese único gol en el segundo, en el que el Espanyol le superó, jugó bien, pero apenas llegó a puerta. Derrota honrosa, pero derrota al fin. No importó que faltara Messi.

Así que el Madrid salió en Mestalla a ocho puntos del Barça, y en riesgo de que el Valencia le alcanzara. Y sin Cristiano ni Kaká. Pero habrá que dejar constancia de que en el Valencia faltaba Silva, y eso también se nota, y mucho. Los dos equipos desplegaron un partido bravo, con las defensas jugando al límite el fuera de juego, pero casi siempre con el Madrid mejor. Salvo al principio y salvo un pequeño lapso de tiempo tras el 0-1. Más dominio del medio campo, e interesante compenetración entre Higuaín y Benzema, una pareja que parece que se gusta. Cuando juegan juntos, los dos mejoran.

Benzema convenció. Sin exageraciones, pero convenció. Es verdad que perdió por un gol en su duelo imaginario con Villa, pero el suyo se lo anularon por un quítame allá ese milímetro en el salto previo de Pepe. Pero el delantero del partido fue Higuaín, del que admiro su rarísima facilidad para encontrar posiciones de gol. Por eso marca muchos, aunque falle tantos. Lo que él metía en el saco se le caía luego a Casillas, pero al final decidió un cabezazo de Garay con Marchena (¿por qué no iría al balón?) colgado de su espalda. Tres puntos más, liga bipolar, el Barça a Abu Dhabi y Pepe al quirófano. La Liga es larga.