En una Liga tan igualada como la Segunda División, los errores arbitrales están resultando fundamentales. Al inicio de cada temporada, el Comité Técnico de Arbitros realiza las correspondientes reuniones donde se ponen sobre la mesa las nuevas circulares y se realizan sugerencias sobres algunas jugadas concretas, para que se tengan más en cuenta. Alguna veces la distancia de la barrera, en otras ocasiones las protestas, las entradas por detrás o los agarrones dentro del área. En esta temporada, la sugerencia iba encaminada a los codazos que se producen cuando saltan los jugadores en la disputa del balón. El Cádiz sufrió la expulsión de Fleurquin en Castellón por este motivo. En Elche, Erice recibe un codazo de Wakaso y éste recibe una amarilla. Y este fin de semana ante Las Palmas, Juampe golpea a Nano y Teixeira le saca una amarilla. Después, en una jugada similar, el colegiado cambia su criterio cuando ve sangre: roja.

Esta falta de unificación de criterios es preocupante, ya que en una Liga donde la igualdad de los equipos provoca que por detalles pequeños los resultados se condicionen a favor de unos y en perjuicio de otros, deben ser corregidos con el mayor rigor posible. Es mucho lo que se juega cada equipo, mucho. Las equivocaciones de los colegiados van a existir siempre, y contra eso no podemos hacer nada. Pero el cambio de criterio en una decisión concreta cuando antes la has juzgado de diferente forma es algo más preocupante.