Vuelta 2010, ¡qué gran Vuelta!

Vuelta 2010, ¡qué gran Vuelta!

Las grandes vueltas ciclistas están condenadas a la originalidad para reclamar la atención de los aficionados. De lo contrario están muertas. El Tour, por ser quien es, está menos obligado a presentar novedades. En su carrera se retan los mejores ciclistas del mundo, por lo cual el interés está asegurado. Giro y Vuelta, en cambio, se las ingenian año tras año para que la audiencia no decaiga, los patrocinadores no huyan y el tan temido efecto dominó no se lleve por delante el ciclismo. En Italia van tirando, porque tienen Alpes, Dolomitas y además hacen una carrera muy localista. En España, lo siento por los ciclistas. Cada vez se lo ponen un poquito más difícil. Pero lo han de entender. Es por ellos mismos. A mayor espectáculo, más interés.

Mayor espectáculo significa subir cumbres inéditas y durísimas. Para ello se ha rizado el rizo en Navacerrada. Una vez en el alto del puerto habrá que ascender al repetidor de televisión situado en la Bola del Mundo. Una pista hormigonada, con rampas durísimas y de 2,5 kilómetros de longitud. La idea ya bullía en la mente de Enrique Franco, anterior director de Unipublic, pero nunca se atrevió con ella. Javier Guillén, su sucesor, no lo dudó un momento: la Vuelta tendrá su etapa cumbre en la Bola. Esta cima, unida a las de los Lagos y la también inédita de Cotobello, que vendrá precedida de la Cobertoria y San Lorenzo —¡qué etapón—, convierte a la Vuelta 2010 en una grandísima Vuelta. Ahora los ciclistas tendrán la palabra.