La liga regular tiene estas cosas

La liga regular tiene estas cosas

Messina no se levantó de su silla en todo el último cuarto. Contemplaba, sin soluciones pero también sin gran preocupación, la exhibición del Baskonia. Ivanovic, a su izquierda, no paraba. Gesticulaba, ordenaba, arriba, abajo, era el director de orquesta al que le llegaba el momento de la apoteosis; para provocar mayor exaltación pide tiempo en los últimos segundos ganando por quince. Los espectadores se ponen en pie, gritan, cantan, hacen la ola, Vitoria es una fiesta. El Baskonia se ha dejado hasta el último aliento para ganar al Madrid; el Madrid, en cambio, tiró pronto la toalla como si nada le fuera en el partido. Y es que es verdad: ¿qué se jugaba el Madrid? Nada. Como el Baskonia, pero éste al menos jugaba en casa.

Y nada es nada, porque el sistema de competición con playoff impide que los equipos grandes den lo mejor de sí mismos en sus enfrentamientos durante la liga regular. El de casa siempre sale motivadísimo para dar una alegría a su afición; el de fuera mira hacia otro lado en cuanto las cosas se ponen mal. Lo hizo hasta el mismísimo Ivanovic esta temporada en el Palau. ¿Quién se puede imaginar a Ivanovic impávido e impasible como ayer Messina? Pues sólo hay que recordar el último Barcelona-Baskonia, que acabó 100-72. Dejaba pasar el tiempo y disfrutar de la fiesta a los barcelonistas. Un poco de fraude sí es. Por eso la ACB se encuentra estancada en las audiencias. Es la fiesta de unos pocos pagada con dinero público y del fútbol.