Al final, Pellegrini come el turrón, y leyendo la entrevista que va a continuación notarán que se siente seguro. Tiene un dibujo, tiene buenos jugadores y tiene la determinación de tomar sus propias decisiones, sin atenerse a consideraciones con 'vacas sagradas' o a insinuaciones, reales o imaginarias, del presidente. Para mí era eso lo que le estaba retrasando: poner a Raúl, cuidar a Guti, sacar a todos los fichajes nuevos... Demasiadas condiciones para armar un 'puzzle' que se le pedía que terminara pronto. En medio de esa confusión sobrevino encima la catástrofe de Alcorcón para empeorar las cosas.

Suerte tuvo de que al Madrid no le enrabieta la Copa. Pero además de allí sacó unas cuantas determinaciones que se resumen en una: lo que hiciera lo haría él, y si tenía que morir que fuera en su ley. Desapareció Guti, ayudado por la lesión, desapareció Granero, desapareció (o casi) Raúl, dio un paso atrás Benzema. Montó el equipo en un 4-3-1-2 sin más criterio que los que mejor podían servir en cada partido al nuevo modelo. Eso ha adelantado a Marcelo a la media, ha hecho titular a Arbeloa y ha colocado a Benzema en la situación de tercero para dos puestos, porque Higuaín rinde más y Cristiano es un coloso.

Por cierto, que mientras falta Kaká, el puesto ese tan goloso de media punta lo está cubriendo Van der Vaart a las mil maravillas, lo que permitirá a Kaká tomarse con calma el regreso. Lo que sí está claro es que el equipo es el que es, y que entre Raúl y Benzema Pellegrini ha decidido tirar por la calle de en medio, que es Higuaín, y una vez que lo ha hecho se ha liberado. Benzema entrará con frecuencia, porque es un valor. Raúl, cada vez menos. Ahora está gastando con él unas consideraciones que pronto se irán esfumando. Estamos, ahora sí, ante sus últimas carreras. Otro grande que se va. Es inevitable.