ACB: un falso profesionalismo

ACB: un falso profesionalismo

Portela nos hace unas interesantes reflexiones sobre el presente y el futuro de la ACB. Su deseo es que la próxima Ley del Deporte dote de una mayor autonomía al organismo que preside. Ahora mismo, según sus propias palabras, la ACB se encuentra encorsetada, porque no tiene plena capacidad de gestión. Cierto, pero creo que el debate es otro: ¿es el baloncesto de la ACB un deporte profesional? De ahí creo que arrancan todos los problemas. La actual Ley del Deporte sólo considera deportes profesionales el fútbol y el baloncesto, y éste reivindica la condición que le concede la ley. ¿Pero es capaz el baloncesto de vivir de sus propios ingresos, es decir, de ser auténticamente profesional? Rotundamente, no.

La ACB la forman 18 clubes, y los dos mayores presupuestos proceden del fútbol; tanto Madrid como Barcelona dan por buenas unas pérdidas de quince millones de euros cada año. La mayoría del resto de clubes están financiados por diputaciones, comunidades y ayuntamientos, bien directamente o a través de entidades bancarias, lo que convierte a los jugadores en los funcionarios mejor pagados; otros clubes siguen vivos gracias a que Hacienda no ha ejecutado los impagos que mantienen. Sin beneficios, sin pabellones propios, con valor cero en televisión (la audiencia del Baskonia-Madrid del sábado fue de 283.000 telespectadores), ¿qué deporte profesional es ése? Si realmente lo fuera ya veríamos cómo tenía autonomía.