El fútbol: la ilusión que no tiene precio

El fútbol: la ilusión que no tiene precio

Las olas del fútbol me traen a Arona, al dulce eterno verano del sur de Tenerife. Aquí se va a jugar el Torneo Internacional de Fútbol a Siete, con los mejores equipos españoles (el cartel incluye al Almería, subcampeón del torneo de verano) más Manchester United, Inter, Borussia de Dortmund y Benfica. Anoche veía las caras de ilusión de los chicos, llenando con su alegría los amplios espacios de los hoteles en que se alojan. Para ellos era otra vez vigilia del día de Reyes. Hoy jugarán un torneo grande, ante las cámaras de televisión. Todos y cada uno se veían anoche campeones. Y se veían futbolistas.

Y muchos lo serán pronto, porque hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad. Ayer les hablábamos en estas páginas de la 'generación Muniaín', el grupo de muchachos todavía adolescentes que se asoma ya a Primera División, que empuja la puerta. Muniaín ya la ha derribado, lo mismo que Canales. Otros están muy a punto, como De Gea, Keko, Koke, Kevin, Edu Ramos, Muniesa o Marcos Alonso III, nieto de Marquitos, hijo de Marcos Alonso, aquel que triunfó, paradojas, en el Barça y el Atlético, y que corre la banda con muy buen estilo en el Castilla. Hoy se puede llegar al fútbol antes que nunca. Esa era la ilusión que veía ayer en los rostros de esos chicos, para los que la vida es un libro abierto.

La ilusión del fútbol, que no tiene igual. Ayer me contaba Matallanas lo que hoy llevamos: un superjeque quiere ofrecer mil millones por el Madrid, un billón en la contabilidad inglesa. La operación es imposible e impensable, porque el Madrid no se puede ni se quiere vender, pero nos acerca a las magnitudes que puede mover este mundo de fantasía. El balón rueda en Arona, los niños ocupan el lugar que las vacaciones de los grandes dejan libre. Estos vienen empujando. Permanezcan atentos a la pantalla.