El Madrid, humillado sin excusas

El Madrid, humillado sin excusas

Messina decía en la víspera que si después de cada derrota declarara el estado de crisis, debería ir al psiquiátrico. No le falta razón. En esta fase de la Liga, una derrota no significa nada. Dos, tampoco. Ni siquiera tres, aunque hayan sido seguidas, por diferencias grandes y en aumento: 10 puntos ante al Xacobeo, 18 ante el Baskonia y 22 ante el Barcelona. El Madrid está clasificado para la Copa, también para la siguiente fase de la Euroliga y nadie duda de que jugará los playoff por el título de Liga. ¿Crisis por tres derrotas? Ni hablar. Estaríamos locos. Y por eso de que en la Liga nunca pasa nada, Aíto sigue en el Unicaja y Casimiro, en el Estudiantes. También tenían razón: después de un comienzo nefasto, ambos clubes todavía aspiran a jugar la Copa.

En la Liga regular siempre hay tiempo para enmendar errores, pero una cosa es echar pelillos a la mar, como hacía Messina en la víspera ante una eventual derrota, y otra es perder en casa ante el gran enemigo por 22 puntos, algo que jamás había sucedido en los 77 enfrentamientos anteriores y que parten de 1957. Y si el Madrid no sufrió la mayor derrota de su historia, que está en 25 puntos, fue porque Pascual no lo sabía o se apiadó, que en el último cuarto, tras ir ganando por 26, levantó el pie del acelerador. Pues eso es una humillación pura y dura, por poco que hubiese en juego o por muchas bajas que tuviera el Madrid, que hace sólo unas semanas maravillaba sin Reyes ni Van den Spiegel. El varapalo exige a Messina comenzar ahora otra vez de nuevo.