El Atlético huele a habitación cerrada

El Atlético huele a habitación cerrada

Acabó el partido de Huelva y vi a Quique Flores abatido, y quizá no era para menos. Ese tres a cero es un martillazo. Hace años que pienso que el Atlético puede aspirar cada temporada a que suene la flauta, que no sería mucho sonar, y ganar la Copa. Posiblemente Quique también pensaba eso. Rezagado en la Liga, plantearse llegar al cuarto puesto ya no es razonable, y hasta el sexto o séptimo empieza a hacerse una montaña. La Europa League es un camino largo y difícil. La Copa era la gran baza del Atlético y un Recre malhumorado, de campo vacío, rezagado en Segunda, le ha dado una voltereta descomunal.

Y vi a Quique aburrido del Atlético, uno más. Porque me parece que todo el mundo empieza a estar aburrido del Atlético: Quique, los jugadores, García Pitarch, la prensa y hasta la afición, que en los chats se despacha a gusto. Ayer, un veteranísimo aficionado, leal al club desde los años de Silva y Mugica, me decía que ya sólo iba para verse con sus hijos, ya crecidos, y me parece que sus hijos sólo van para verle a él, de modo que colgué pensando que acabarían citándose en otra parte. Luego vi a Cerezo en Telecinco, abochornado. Hace tiempo que noto que no se entiende con Miguel Ángel Gil como antes.

Es difícil saber lo que le pasa al Atlético. Un conjunto de todo. El Madrid se le ha disparado, dejándole sin protagonismo en al ciudad. Los jugadores ya no sienten la presión de otros tiempos, no parecen diferenciar entre perder o ganar. La bicefalia que preside el club no encuentra un mensaje, no saben si ir a por el Madrid y el Barça o apuntarse al grupo siguiente. El secretario técnico no sabe o no puede, y así pasan cosas como la de Maxi, que se quedó para mal, Heitinga, que se fue el peor día, o Molinaro, un planchazo. No queda más que la cantera. Todo lo demás huele a habitación cerrada.