¡Menudo embolado, Quique!

¡Menudo embolado, Quique!

Llegó convencido de sacar el Atlético de nuevo a flote. Y convenció con su entusiasta discurso inicial de que lo lograría. Contagiaba que la mejora era posible porque recuperando la moral de la tropa el equipo sacaría la cabeza de nuevo. Unos meses después, Quique Sánchez Flores da la sensación de estar cerca de tirar la tolla. Asegura, en público y en privado, que ningún jugador de la plantilla se involucra, que ninguno demuestra ni quiere tener compromiso. Él mismo se erigió en el referente del vestuario en las terapias de grupo dirigidas por Cerezo en presidente. Pero sus jugadores no le ven precisamente como un líder. Por sus actos y por sus charlas no le perciben como uno de los suyos. Y cada uno va a lo suyo.

El Atlético se encuentra en una ocasión, única en la última década, de meterse en la final de la Copa del Rey. Pero este Atleti siempre es un lío. El entrenador vuelve a ser cuestionado. Y el problema no era Abel, ni Aguirre, ni lo es Quique. Tampoco lo son los jugadores porque casi todos bajan sistemáticamente su rendimiento cuando se visten de rojiblanco. Quique, eso se sabía ya. ¡En menudo embolado te has metido, Quique!