Es verdad. El Madrid podría ganar la Liga y el Barça podría acabar la temporada sin nada. El fútbol ha dado cosas más raras. Pero poca gente se engañaría. Ni Florentino Pérez, ni Jorge Valdano, ni ningún jugador madridista, ni la mayoría de aficionados blancos, si son honestos consigo mismos, lo dudan: el Barcelona de Guardiola es mejor que el Real Madrid de Pellegrini, y mucho más capaz de competir con solvencia en Europa. ¿Entonces qué? ¿Sacar la billetera en el verano y fichar a más cracks? Vale. Sí. ¿Por qué no? No hay ninguna duda de que Cesc Fábregas daría un muy necesario valor agregado al centro del campo del Madrid. Fábregas es lo más cercano a un Xavi que hay en el mercado. Y además marca goles. Pero ¿convencerle de que traicione a sus raíces catalanas? Difícil. Wayne Rooney es otro nombre que suena mucho. Pero dudo mucho que el goleador del Manchester sea capaz de adaptarse a la vida española. No lo veo fuera de su hábitat inglés. Pero, aunque Fábregas viniese y Rooney se adaptase, existe otra prioridad. Se ha demostrado que esto de fichar a jugadores cracks no acaba de funcionar. Hay que probar otra cosa; hay que fichar a un entrenador crack.

Pellegrini me parece, sin conocerle en absoluto, un gran tipo: elegante, inteligente, un señor. Pero lo que se acaba de demostrar en el Bernabéu es que no es el Madrid el que ha avanzado, como se suponía que ocurriría, desde el partido contra el Barça en noviembre en el Camp Nou. Es el Barça el que está más fuerte. Y eso, dado que el Madrid es el equipo nuevo, el proyecto supuestamente en desarrollo, no puede ser. Por eso, si lo que se pretende es armar un equipo realmente ganador, la abrumadora prioridad tiene que ser fichar a José Mourinho. Firmaría con él ya, por si su Inter gana al Barça en semifinales de la Champions y su precio se dispara.