Di María costó 25 millones de euros. Para muchos, la cifra suponía una aberración por su juventud (tiene 22 años) y la falta de currículo para gozar de un precio de crack (eso pagó el Bayern por Robben). Pero Mourinho lo puso entre sus prioridades y el tiempo le está dando la razón al portugués. El Fideo, no hace falta que les expliqué la razón del apodo, es un extremo a la vieja usanza. Un tipo que desborda con facilidad en el uno contra uno, que dispara muy bien a la salida del regate y que se permite el lujo de utilizar la pierna mala (la derecha) para firmar golazos como el de Anoeta. Ante el Peñarol ya fabricó otra joya con un eslalon que salvó el Trofeo Bernabéu. Angelito tiene margen de mejora y progresión. En el Benfica se consagró como el mejor jugador de la Liga Portuguesa. Por eso costó lo que costó. Un precio justo.

El que tiene que estar batiendo palmas es el agente de moda del fútbol mundial, Jorge Mendes. De su mano vino Di María, al igual que Carvalho y Pepe, el tándem titular de ese eje de la zaga que este año dejará pocas grietas. Mendes también lideró la contratación de Mourinho. Y la de Cristiano Ronaldo. La portuguesización del Madrid es un hecho y tiene su lado bueno si la basamos en la humildad que destilan Pepe o Carvalho. Pero pediría al amigo Mendes que serene los ímpetus individualistas de Cristiano. Como dice un amigo mío: "Habrá que sacarle un picador como en los toros para que juegue más sereno". Cris, es por tu bien.