El otro día escribí que el asunto Contador es diabólico. Cuesta tanto estar seguro de su inocencia como de su culpabilidad, así que por ese lado bienvenida sea la decisión de dejarle seguir corriendo. Pero a nadie se nos puede ocultar que esto engorda la leyenda negra de España como paraíso del doping, leyenda que nos ganamos en su día con constancia y que desde hace poco tiempo se está combatiendo con esfuerzo pero sin éxito. Ya tenemos una ley contra el doping, pero ni los jueces se esmeran ni el fleco suelto de la Operación Puerto (Valverde) ha ayudado. Así que con esto se ha vuelto a armar.

Asunto diabólico, insisto, porque ya lo es todo lo que se refiere al doping y porque encima en los reglamentos de la UCI hay una laguna extravagante: no puede ser que un caso como éste, en una carrera internacional, se le obligue a resolverlo a la federación del país del corredor implicado. ¿Imaginan eso en la Champions? ¿Imaginan que un poco caso claro de doping del Madrid, del Barça o del Valencia tuviera que ser fallado por la Federación Española? La UCI debería tener un comité propio para carreras de alcance internacional, como el Tour, las otras grandes rondas por etapas y muchas más.

A este guiso sólo le faltaban los políticos. Resulta que la juez instructora de la Federación había recomendado un año de sanción y que mientras se decidía en torno a tan espinosa propuesta, se les ha ocurrido a Zapatero y a Rajoy intervenir en favor del reo (y sin reflejar alarma por la supuesta venta de carne contaminada en el país, por cierto). La Federación se ha visto entre la espada y la pared. Así que no nos podemos espantar de que fuera piensen lo que piensan de nuestra voluntad para con el doping, y de que eso se convierta en obstáculo decisivo a la hora de pedir unos JJ OO para Madrid.