Cristiano, Özil y cómo decidir bien

Cristiano, Özil y cómo decidir bien

Jugó Cristiano, imprudentemente, mermado, perseguido por una obsesión de parecidas proporciones a la que Mourinho le censura al Barça, cegado el curso pasado por pasear la Champions en el Bernabéu, en las narices del Madrid. Estamos ante un jugador superlativo cuyo empeño en echar abajo la puerta de la historia a balonazos no le ayuda. Disparó nueve veces, la mayoría sin verdaderas posibilidades, en algunas sacrificando opciones más claras de gol para sus compañeros. Es imprescindible, pero olvida que el fútbol también es guardar fuerzas para empresas mayores y emplearlas en elegir bien, que suele ser lo que le conviene al equipo y, aunque no le crea, también a él. En ese empeño por atracarse de goles se está dejando el dribling y el juego de banda que también le llevaron al estrellato.

Y al otro lado de la galaxia se maneja Özil, otro artista, pero al servicio del grupo, para hacerle mejor. En parte es obra de Mourinho, que le ha convertido en un jugador más estable, de noventa minutos, con obligaciones también en la recuperación. En definitiva, un futbolista más completo que sostuvo al Madrid en sus peores momentos, cuando se arrimó de verdad el Atlético en la segunda mitad, sin perder sus virtudes. Porque el último pase y la intuición para decidir siempre bien lo traía de serie.