Costó dar la vuelta al gol de Plasil. La derrota era injusta. Los checos jugaron a ganarnos como los suizos en nuestro Mundial y, por fortuna para el fútbol, no lo consiguieron. En su único disparo a puerta marcaron y se colgaron del larguero. Había que tener paciencia. El gol tenía que llegar. Y tuvo que ser David Villa el que empatara con un gol histórico. Su tanto número 45 con la Selección con el que se convertía en el máximo goleador de la historia de La Roja, superando a Raúl, el otro 7 de España, mítico también, pero que no ha podido sumar a su impresionante palmarés la Eurocopa y el Mundial. Para celebrar su gesta, Villa se abrazó con Pepe Reina, el alma de España. Y el Guaje se convirtió en leyenda. Ya es un mito del fútbol español.

No podía quedarse ahí. Había que ganar y Villa convirtió el penalti que le hicieron a Iniesta (siempre genial). 46 goles y subiendo. Suma y sigue nuestro Guaje. No diga gol, diga Villa. El gol de Asturias. El gol de España.